lunes, 25 de noviembre de 2019

Reflexiones sobre el Marco Común Europeo de Referencia

Actualmente, podemos asistir a una conferencia en tiempo real en Moscú, Pekín o Londres, pues los avances tecnológicos así lo permiten. Sin embargo, ¿por qué querríamos asistir a dicho evento si no entendemos ruso, chino o inglés? Ya solo en Europa hay 23 lenguas reconocidas de forma oficial y unas 60 lenguas minoritarias. A esta situación hay que sumarle también la presencia de otras lenguas que la migración ha traído al continente.

No es novedad cuán diverso y complejo es el panorama lingüístico que existe en el mundo. Sin embargo, podemos imaginarnos que, como el inglés se ha convertido en una lingua franca, es decir, al usarse como vehículo de comunicación en un contexto internacional, una conferencia en cualquiera de esas tres ciudades podría impartirse en dicho idioma. En la sociedad globalizada en la que vivimos, aprender inglés se ha convertido en una necesidad imperiosa. Esta lengua europea ha adquirido vital importancia en la historia reciente y existe un gran esfuerzo por una gran parte de los Estados por que sus ciudadanos la aprendan.

En nuestro contexto actual debemos tener en cuenta, además, que ser competente en más de un idioma se ha convertido en más que una puerta para acercarnos a otras culturas; ahora la competencia lingüística se ha convertido en un punto a nuestro favor en nuestro currículum. Por todo esto, en 2001, se publicó el Marco Común Europeo de Referencia (MCER). Este documento pretende crear unas pautas de referencia y de reconocimiento internacional para describir el dominio de un idioma.

Esta iniciativa no es nueva, pues existen varios marcos de referencia con objetivos similares, especialmente en América del Norte. Aquí, podemos encontrar ejemplos como el ACTFL (American Council on the Teaching of Foreign Languages) Proficiency Guidelines, fundado en 1967; los exámenes de competencias lingüísticas canadienses (CLB, Canadian Language Benchmarks), redactados por primera vez en 1996 y la escala de competencia de la ILR (Interagency Language Roundtable), fundada en 1955.

La existencia de estas publicaciones demuestra un claro interés por establecer unos niveles más o menos estandarizados de las competencias lingüísticas de los individuos. De este modo, el Marco sustituyó a los anteriores sistemas de niveles propios de cada país con el fin de facilitar la tarea de establecer el  nivel de cada individuo dentro de una lengua en particular. El MCER dictamina una serie de trazos comunes que los distintos Sistemas Educativos deben aplicar en el campo de la enseñanza de Lenguas Extranjeras. Además, divide el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera en diferentes etapas con característica propias que se describen al detalle para definir lo que el alumnado debe conseguir en cada una de ellas.

En la actualidad, la mayoría de los currículos educativos de los diferentes países de la UE están adaptados a este marco.  Es más, aunque, el MCER fue diseñado para las lenguas europeas en específico, también se ha tenido en cuenta en ciertos países fuera del continente, como en determinados países de América o Asia, para elaborar las leyes de educación.

Aunque este marco no está ligado a un examen de nivel específico, las Escuelas Oficiales de Idiomas y Cambridge se han adaptado a él y han creado sus propias pruebas de certificación para medir los niveles del alumnado en cuanto a comprensión y expresión oral y escrita en una lengua determinada.

El Marco cuenta con una división en seis niveles que pueden estar divididos en diferentes subniveles durante el periodo de aprendizaje. Los niveles A1 y A2, con sus diferentes subniveles, describen a un alumnado con un dominio elemental y cotidiano de la lengua extranjera. Los niveles B1 y B2, con sus distintos subniveles, describen a un alumnado con cierta autonomía en la lengua extranjera, capaces de tratar un abanico relativamente amplio de temáticas. Finalmente, los niveles C1 y C2, los más avanzados, describen a un alumnado capaz de comunicarse de forma fluida y dinámica incluso en temas específicos.  Los tiempos de aprendizaje varían según el nivel en el que se encuentre el alumnado y la lengua que se aprenda. En general, los niveles más básicos se adquieren con más rapidez, mientras que los más altos requieren de mayor esfuerzo y tiempo.


Acabaré esta reflexión con lo que el marco describe como actividades comunicativas de la lengua y estrategias. Las tan presentes divisiones del aprendizaje en speaking, listening, reading y writing se sustituyen por recepción, producción, interacción y mediación. Esto, para mí, es de vital importancia, pues se acerca más al uso real de la lengua hablada y socializadora, al incluir la interacción y la mediación. En vez de focalizar el aprendizaje en la corrección y la perfección gramatical que, aunque importantes, no son imprescindibles para que los hablantes de las lenguas meta nos comprendan, el enfoque primordial en el aula debería ser el uso e interacción en la lengua hablada.



1 comentario:

Emma Alonso dijo...


Hola Noemí!

Tus reflexiones sobre el MCER me han parecido muy interesantes, y concuerdo contigo en la mayor parte de ellas. La comunicación es uno de los pilares fundamentales de la vida, el ser humano siempre ha evolucionado y avanzado en ese sentido, mientras más fácil y accesible sea la comunicación, mejor será esta para todos, de hecho, en la actualidad, a través de las redes sociales, comunicarse se ha convertido en un fenómeno global, donde el elemento más importante para hacerlo es el idioma. En relación a esto, el aprendizaje de por lo menos una lengua extranjera se ha vuelto un pilar fundamental en la formación como personas y ciudadanos, es decir, en lo personal y lo laboral de las sociedades actuales.

Es sabido por todos que nuestro mundo se caracteriza por la globalización, en el que la lengua inglesa ha sido consolidada como 'Lengua Franca', ya que es la más utilizada en la comunidad Europea (lengua que en el siglo V iba a desaparecer, transmitiendo esperanza a lenguas minoritarias como el gallego). Dicho esto, la existencia del MCER como tú misma has indicado ha facilitado no sólo la certificación de niveles de los idiomas, sino que propone un enfoque de la educación orientado a la acción y consecución de diversas competencias lingüísticas, lo que lo hace más realista que un enfoque puramente gramatical.

En mi experiencia educativa, aprendía más destrezas 'realistas' fuera del propio centro educativo, donde ponían más atención a la gramática que a la oralidad. Sin embargo, la LOMCE propuso dar más relevancia al desarrollo de las competencias orales, ya que está demostrado que es uno de los puntos débiles del sistema educativo español. Sin embargo, en esta ley no se menciona el MCER, dato que esperemos que cambie en futuras reformas para una mejora de la calidad de las metodologías en la enseñanza de idiomas por y para los centros educativos.

¿Y vosotros, compañer@s, qué pensáis sobre el tema?