Durante mi largo período como
estudiante de inglés, uno de mis docentes de la universidad nos mostró este vídeo para hacernos
conscientes, de forma divertida, de los “errores” gramaticales más frecuentes
que solíamos cometer. Creo que no soy la única alumna que ha percibido que,
cuando nos enseñan una lengua, lo hacen desde un punto de vista gramatical. Por
encima de todo, se aspira a una gramática correcta, casi perfecta, como si esto
nos fuese a asegurar que, cuando nos vayamos a Inglaterra nos podamos comunicar
con nativos de forma eficiente.
En
el sistema educativo actual existe una gran obsesión por dominar la competencia
lingüística, que describe el MCER junto con otras a las que les da la misma
importancia. Como ya hemos comentado en entradas anteriores, una lengua es
mucho más que una estructura o que un vehículo para la comunicación. Es posible
que un estudiante sepa hablar una lengua extranjera de forma fluida y correcta,
pero si desconoce la entonación según la intención del hablante o las distintas
connotaciones de las palabras, una conversación con un nativo resultará complicada.
Es decir, es primordial transmitir al alumnado una base importante en la competencia
sociolingüística. Estos conocimientos solemos adquirirlos por nuestra cuenta al
consumir material audiovisual que ha sido creado en los países de la lengua
meta y no en el aula.
Esta es la frase de Carlomagno
que Boroditsky menciona
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En mi caso, ahora apenas recuerdo el vocabulario que aprendí en alemán durante la carrera, pero las estructuras y el conocimiento residual que todavía perdura en mi mente me ayudan a la hora de aprender japonés (porque las preposiciones que rigen un caso u otro en alemán me recuerdan a los verbos en japonés que rigen una partícula u otra). Como es lógico, nuestro repertorio lingüístico va variando a lo largo de nuestros años y nuestras competencias en cada uno de los idiomas que sabemos varían según su uso o desuso. La competencia plurilingüe es imprescindible y debe estar siempre presente en el aula, pues todos hemos transferido, de forma más o menos consciente, algunas de las estructuras de una lengua a otra. Esto es común y forma parte de nuestro proceso de aprendizaje.
Un estudiante de idiomas, además, se sumerge en la cultura en la que se enmarca esa lengua meta. Es decir, que pensamiento, lengua y cultura se retroalimentan. Por eso es de vital importancia enmarcar el aprendizaje dentro de una cultura, es decir, hacer al alumno consciente de que la sociedad de su región no es la misma que la que va a encontrar en el extranjero. Esta sensibilización del alumnado es lo que el MCER pretende trabajar al referirse a la consciencia intercultural. Sin embargo, se trata de un tema delicado en tanto que el docente debe siempre realizar investigaciones profundas de los diferentes rasgos culturales de cada región de la lengua meta. Si solo explicamos una única historia, en palabras de Adichie, estaremos mostrando un estereotipo a nuestros alumnos, una sola versión de la realidad, incompleta y pobre.
Los estereotipos no solo se adquieren en el aula, sino que nos rodean. El turismo de España, hasta hace unos años, promulgaba una visión de la Península como un lugar de sol, playa y fiesta. Incluso en los libros de texto de español para extranjeros que tuve la oportunidad de explorar reproducían esta imagen. Esto da lugar a problemas de diversa índole. Por ejemplo, uno de mis profesores de inglés es nativo de Inglaterra. En los primeros días de clase nos comentó que no se esperaba que en una parte de España hiciese el mismo clima que en su tierra.
Por este mismo estereotipo, cuando una amiga japonesa a la que conocí en Suecia vino a visitarnos en pleno invierno, apenas trajo ropa de abrigo. Aunque yo le dije que hacía frío, ella creyó que, como venía a España y aquí siempre hace tiempo de playa, el frío no sería tan insoportable. Con lo cual, creo que es de vital importancia respetar la diversidad que existe dentro de un país. Un estereotipo no es más que una frase inacabada, que deja atrás muchos rasgos igual de fascinantes que el que supuestamente predomina.
Aunque solo me haya centrado en estas competencias que explica el MCER, todas ellas son de vital importancia para el alumnado y han de encontrarse métodos para trabajarlas. Siempre está bien recurrir a películas y series, pero me gustaría también aprender a tratar todas estas diferencias de forma respetuosa y eficaz.